Josep Nebot, comenta, entre atres coses, que existix una anarquia ortogràfica respecte a l'escritura del valencià i comenta de l'existència de dos escoles:
Si llamamos á las dos escuelas que se disputan el dominio de nuestra literatura, á la una castellana y á la otra catalana (y conste que no nos parecen apropiados estos apelativos; pero, puesto que hay que darles algún nombre para entendernos, creemos que éstos pueden servir perfectamente, pues dan una idea bastante clara de la tendencia respectiva de ellas), podemos decir que están con la primera el género dramático y el periodismo festivo,... y con la segunda el género lírico en sus diversas manifestaciones, y la historia representada por algunas memorias, biografías, etc., que apenas si logran salir de la sombra protectora con que las cobija Lo Rat-Penat.
En la escuela que hemos llamado catalana, pueden marcarse perfectamente tres agrupaciones: los arcaístas, los catalanistas propiamente dichos y los neo-lemosines. Llamamos arcaístas á los que pretenden escribir hoy el valenciano como se escribía en el siglo XV... No es difícil encontrar en escritos de hoy chor, quadro, quento, llunyadá, venerabil, realme, regina, inimich, palpebra, puix, car (porque), sua (seua), null, baslir, fonch (del verbo ser), trametre, embaucar (¿galicismo?), los numerales oncecent, dotcecents, etc... De los que llamamos catalanistas propiamente dichos, podíamos muy bien no ocuparnos en este artículo; aunque se les llama escritores valencianos, se rigen por los diccionarios, gramáticas y modelos catalanes, y no cambian jorn, aucell, papallona, dintre, altre, surtir, aixecar, ajáurer, etc., etc., por dia, pardal, paloma, dins, atre, eixir, alçar i gitar... aunque los emplumen. Algunos de éstos creen (y lo dicen francamente) que la literatura valenciana y la catalana deben ser una sola. Y llamamos finalmente neo-lemosines, á los que siguiendo la antigua gramática lemosina, prestan no obstante cierta conformidad á las innovaciones filológicas de nuestro pueblo, si bien procurando acomodarlas á las reglas y preceptos gramaticales. Si los pocos (aunque buenos generalmente) que forman este grupo, lograran ponerse de acuerdo, pues no lo están en absoluto, y se dedicaran al oficio de catequista, tal vez en poco tiempo pudieran hacer más de lo que ellos mismos creen, sirviendo de centro (puesto que ocupan el término medio), al que pudieran converger los grupos extremos,...
Y vamos ya á entrar en la parte más lastimosa de este asunto; es decir, vamos á tratar de lo que llamamos escuela castellana. Pertenecen á esta escuela como antes hemos dicho, todas las obras dramáticas y la prensa periódica, y pretenden sus adeptos escribir el valenciano "tal cóm se parla en lo día" Empezaron a suprimir la tj y la g valencias, poniendo en su lugar la ch castellana, y escribieron michana, llech, ròch: suprimieron la h final, y escribieron Vic, pòc, puc: cambiaron la ç y la c por la s, y la ny por la ñ, como en donsaina, resar, onse, añ, caña, señal, y no han sustituido la v con la b, escribiendo Balensia y Bisent..., tanto se empeñaron en hablar como el pueblo, que han llegado á hablar como el populacho: ábrase, en prueba de esto, cualquier comedia ó periódico valenciano, y no tardarán en encontrarse voces como sènsia, ascomensar, anteniment, etc., etc., crímenes gramaticales como t'anunsiat, m'arrimat, s'en anem, se quedem, s'han acalorat, etc., y sobre todo barbarismos ortográficos, como diro, fero, en vez de dirho, ferho; ma donat, sa dit, por m'ha donat, s'ha dit; nou fa ó n'ou fa por no ho fa (ó no hu fa si se quiere); da tres pesetes por d'á tres pesetes, y otros mil, que hacen formar muy pobre idea de quien los usa... Francamente, señores, eso no es escribir como se habla; eso es simplemente escribir mal.